miércoles, 28 de enero de 2009

¡¡Qué cosas pasan!!

Mis aventuras propias no son demasiado intrépidas, son más bien absurdas, como las que me cuentan o las que indirectamente me salpican. Ayer estuve medio castrando de urgencias un perro... ¿que cómo es esto?, pues resulta que llegó a la clínica con un testículo colgando, como si alguien hubiera empezado a castrarlo y se hubiese acojonado a la mitad.
¡Nunca había castrado de urgencias a ningún perro y menos que viniese con la mitad del trabajo hecho!, ja, ja, ja. El otro testículo se lo dejé... Pero ahora no tengo tiempo de contaros lo subrrealista de cómo el pobre bicho llegó a esa situación. Mañana más

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Acaso castras a todos los machos que ves con un testículo colgando?
¿Y los que andan por ahí con los dos testículos colgando?
¡Porque yo conozco a unos cuantos que andan por ahí con los pinganillos como badajos de campanilla chica!
¿Habrá que caparlos a todos?

Por cierto, el otro testículo de tu can, ¿no lo llevaba colgando?
Y qué lo llevaba, ¿en el bolsillo?